LA TORTURA DE LA CALIGRAFÍA
En otras entradas he comentado la necesidad de que la letra sea lo más clara posible al aprender a escribir para que la distorsión que la personalidad de cada uno no la convierta en ilegible en el futuro. No obstante, hay métodos que lejos de mejorar, provocan un alto nivel de frustración en los niños que acaba con toda la motivación.
Personalmente creo que la caligrafía se puede hacer pero sin exigir una perfección digna de escribanos medievales. Tampoco tiene mucho sentido repetir y repetir frases y palabras con la esperanza de que a la décima vez la escritura sea no sólo legible, sino también ajustada a tal punto a la cuadrícula que parezca calcada.
Mi recomendación en todo caso es siempre la motivación ante cualquier progreso, la transmisión del mensaje "tienes que poder leerlo y tiene que poder leerlo cualquiera" y la retroalimentación al ser capaz de leer sus propias producciones con claridad. En este sentido, tampoco debemos olvidar la necesidad de la autocorrección que no sólo les avisa de errores de contenido, sino también de forma.
Comprendo que hay algunos compañeros maestros más estrictos en la forma, pero necesitamos que nuestros pequeños escritores quieran escribir, copiar, crear historias y gastar más y más lápices con todo lo que sus mentes esconden. ¡Animémosles a ello!
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